Amapola 3-4 Eskoriatza

VILLARATOOOOO!!!!

Rabia, impotencia e indignación. Dice el refranero popular que a perro flaco todo son pulgas y el Amapola lo ejemplifica a la perfección. Cuando la cosa está de que no, está de que no y no hay vuelta de hoja. Por si fuera poco el cúmulo de bajas (Santi, Flórez, Kapo, Mikel, Apurttu, Iñigo y Álex); que Kike y Zizou tengan que jugar tocados para llegar a los servicios mínimos para competir; que haya que recurrir al mercado de fichajes en marzo para poder terminar la temporada (debutó Cruzinho y cumplió a la perfección); que un portero se tenga que vestir de jugador para completar el banquillo... Va y aparece el trencilla de turno para poner la guinda al pastel. Bien saben todos los lectores de este blog que no solemos cargar tintas contra los arbitrajes y tendemos a poner la lupa en nuestros propios defectos, que son muchos, pero cuando un supuesto colegiado perpetra una actuación como la del sábado en Mendizorroza no se puede pasar por alto. Cuando los dos equipos protestan es síntoma de que algo no va bien, pero cuando hasta los propios rivales demuestran su asombro ante decisiones que les favorecen hay algo que definitivamente no cuadra. Porque una cosa es equivocarse y su nivel será parecido al de los equipos (que cada uno juzgue), pero otra es hacerlo con alevosía, que es lo que pareció suceder en el Amapola-Eskoriatza. El artista en cuestión fue malo para los dos, porque es malo y ya está, pero terminó perjudicando notablemente los intereses rojillos.

Ya empezó mal cuando no dejó sentarse en el banquillo a Mikel, lesionado, pese a que su ficha estaba metida con el resto y a que el propio 'mesa' le había dado su autorización. Después le dejó para volver a echarle, a la vez que el 'mesa' insistía en que sí podía estar ahí. El típico esperpento del mal árbitro que se dedica a fijarse en cosas tontas que no influyen en el partido para demostrar que se sabe algo del reglamento e intentar maquillar así su propia incapacidad. Después, empezó a aplicar su doble rasero. O triple. O simplemente es que no tenía rasero ni sabía por dónde le daba el aire.

En el primer tiempo estuvo muy mal, nefasto, pero tampoco se puede decir que influyera en el resultado, empate a uno al descanso después de que Zizou adelantara a los rojillos y de que el Eskoriatza, atascado muchos minutos ante la ordenada defensa colorada, empatara casi al final tras haber aumentado el ritmo de su presión. El de gris, en cualquier caso, ya empezó a dar muestras de lo que vendría después, con amarillas sin sentido y decisiones extrañas que empezaron a desquiciar al Amapola.

Lo peor estaba por venir. En la reanudación empezó su show.

El Amapola esperaba en su campo, esperando salir a la contra, mientras el Eskoriatza tocaba pero no era capaz de crear ocasiones claras. Y el árbitro, a lo suyo, inventando faltas de ambos equipos, que se pusieron con cinco cada uno cuando sólo se llevaban siete minutos de juego. Una de ellas, un tropezón que convirtió en un penalti asombroso a favor del Eskoriatza por arte de magia. Cuando el propio jugador visitante pedía córner, abracadabra y el dedo al punto de penalti ante el estupor de todos los presentes. Y los guipuzcoanos por delante en el marcador.

Poco después pitaba la sexta falta amapolina y, tras una protesta al aire sin ninguna palabra hacia el colegiado, Kike era expulsado. Una segunda amarilla por echarse las manos a la cabeza, sin decir ni mu, tras una falta. Quizás el nuevo reglamento diga que uno no se puede tocar su propia cabeza, pero desde aquí, sin ser unos expertos, lo dudamos. Y el Eskoriatza no aprovechó el doble penalti, pero sí la superioridad numérica para elevar el 3-1 al electrónico de Mendizorroza.

El Amapola adelantó entonces un poco sus líneas y logró empatar con dos doble penaltis convertidos por Hristo, pero éste era expulsado poco después por segunda amarilla tras una falta señalizada en la que ni siquiera toca al rival (lo demuestran las imágenes de JoanaTelebista). Pese a todo, el Amapola se hizo fuerte y aguantó sin excesivos problemas el empate durante los dos minutos de inferioridad numérica. Pero los minutos pasaron factura y el Eskoriatza, dueño del balón, acabó marcando en una incursión por banda que acabó en las redes amapolinas tras golpear el esférico en la rodilla de un jugador visitante. El Amapola se la jugó con portero-jugador, muy bien defendido por los de negro, y tuvo una última oportunidad en forma de doble penalti, pero el tiro del debutante Cruz no pudo besar la red y el partido acabó con una nueva derrota que hunde a los rojillos en la clasificación.

Evidentemente, ésta es una visión subjetiva del partido, pero hay otros aspectos más objetivos, como que un rival reconozca abiertamente al final del partido que el árbitro perjudicó al Amapola o la cara de alucinación en la grada de los equipos que jugaban después. Quizás no habrían ganado los Reds, es bastante posible, para qué vamos a engañarnos, pero jode mucho que no te dejen ni intentarlo.