
2 santutxus: Encolerizado, desde el banquillo y tras un gol, Päin gritó como un energúmeno que "¡el balón está corriendo!!" ante la extrañeza de sus compañeros. Después, en un tono más pausado, aclaró que era el reloj el que corría y no el esférico.


Inquietante. El Amapola sigue sin levantar cabeza. El conjunto rojillo, otrora caracterizado por su rigor defensivo, es ahora un equipo blando sin seguridad alguna, lo que le convierte en presa fácil de sus rivales. De poco vale hacer cuatro goles si el adversario mete seis. Hora de la reflexión. No se trata de debatir si atacar o defender, sino de atacar Y defender.
El partido se puso pronto cuesta arriba (0-2) y, aunque Kamikaze acortó distancias tras un buen pase de Rubén, el rival volvió a marcar segundos después, gracias a la pasividad defensiva colorada. Entonces ya se veía por dónde podía ir el partido. El Amapola se mantiene por sus individualidades esporádicas, pero realmente no sabe a qué juega. Así, no tardó en llegar el 1-4.
El tanto de Päin al filo del descanso y el de Hristo de falta al poco de la reanudación (ambos peleando por el 'Pichichi', eso lo dice todo) permitieron albergar ciertas esperanzas, pero éstas eran ficticias. Todo siguió igual y la velocidad del Atenea siguió imponiéndose a la quietud amapolina. Algo lógico, por otra parte. Una mano de Cruz propició el 3-5 y el un disparo de fuera, el 3-6. El portero-jugador final y el gol de Jon pertenecen al territorio de la anécdota.