Amapola 2-4 Calasanz

Un partido típico


Los tres elementos más comunes en los partidos del Amapola a lo largo de la temporada volvieron a confluir en el duelo ante el Calasanz. Por un lado, el equipo rojillo volvió a dar la cara para terminar sucumbiendo; por otro, una nueva lesión, esta vez de Apurttu, que protagonizó un susto enorme aunque finalmente, a falta de nuevas pruebas, parece haberse quedado en un esguince de rodilla; y para acabar, otra anécdota arbitral de difícil comprensión.

El Calasanz demostró ser mejor equipo que el Amapola y su fuerte ritmo de partido provocó problemas en el juego colorado. Los de Zaramaga no perdieron la cara al choque en ningún momento, con un par de buenas ocasiones en los primeros compases, pero los granates supieron aprovechar los resquicios de la zaga roja para adelantarse por 0-2. Al filo del descanso, la lesión de Apurttu hacía más complicada la remontada, pero Hristo, con la colaboración de un defensa, acortó distancias justo antes de llegar al intermedio.




En la reanudación el choque continuó por los mismos derroteros y el Calasanz volvió a ampliar su ventaja. Entonces llegó la jugada polémica de cada jornada. El árbitro concedió un gol dudoso de Hristo, pero después lo anuló a instancias del colegiado del partido siguiente, que se dirigió a él para decirle que había sido falta. Posiblemente acertaron en su decisión, pero resulta inaudito que sea el árbitro que no está arbitrando el que tome las decisiones. Curioso, cuando menos.

En los últimos minutos, con portero-jugador, el Amapola acortó distancias en un tiro de Päin, que anteriormente había marrado dos ocasiones muy claras. En esta ocasión su disparo, que iba fuera, fue empujado por un adversario a las mallas. Pero el Calasanz se repuso en segundos. A los colorados les cuesta un mundo marcar y el rival hizo después su gol con una facilidad pasmosa. Con 2-4, los postreros esfuerzos rojillos resultaron baldíos.