Lección de fútbol sala
El Amapola volvió a dar el sábado una nueva lección de fútbol sala. En toda regla, de esas que no deberían faltar en ningún manual de entrenador y que deberían ver todos los niños que se inician en este bonito, depende quién lo juegue, deporte.
'Cómo no jugar a fútbol sala'. Éste sería el titulo. Dentro, el sumario: cómo no jugar con el marcador a favor, cómo no salir después del descanso, cómo no hacer el portero-jugador... Serían muchos capítulos. Porque los rojillos volvieron a bordar el anti-fútbol sala en una exhibición de dejadez física y negligencia táctica.

El partido, aunque en la segunda jornada de competición, fue típico de pretemporada, con dos equipos faltos de rodaje que brindaron un choque sin mucho ritmo. En este escenario, el mayor deseo del Guingangolo fue suficiente para que se llevara la victoria. El conjunto amarillo puso más ímpetu en la segunda mitad y le bastó con aprovecharse de los errores amapolinos para sumar merecidamente los tres puntos.
Y eso que el encuentro comenzó bien para los intereses rojillos. En el toma y daca habitual de estos choques a priori igualados, Apurttu supo estar en el lugar adecuado para hacer el 0-1. El peso del juego correspondía al Guingangolo, cuyas acometidas eran contenidas sin excesivos problemas por un Amapola medianamente ordenado. Los rojillos buscaban su oportunidad a la contra y ésta llegó de nuevo de las botas de Apurttu, que robó el balón a un defensa amarillo y cedió a Santutxu para que, en plena resaca, elevara el 0-2 al electrónico. De momento, sólo el eibarrés y el pelirrojito saben lo que es marcar en el Amapola 2008-09.

Pero cuando todo apuntaba a una cómoda ventaja rojilla al descanso, llegó el mazazo, el gol psicológico a cinco segundos del descanso. Un balón perdido por Kike fue aprovechado por un adversario para recortar distancias. Fue el principio del fin. A partir de ahí, el Amapola fue cuesta abajo y sin pinta de poder frenar.
La reanudación ofreció la peor versión de los Reds, avasallados por el Guingangolo sin que éste hiciera nada del otro mundo. Malas defensas, pases errados... Un cúmulo de despropósitos que se tradujeron en una ocasión a bocajarro que desbarató Alvarito y un balón al larguero. El empate era cuestión de tiempo, pero llegó en una jugada desafortunada, un disparo lejano que rebotó en Mikel para alojarse en la red sin que nada pudiera hacer el guardameta rojillo.

Un ligero atisbo de reacción del Amapola, atascado ofensivamente, dio paso al desastre de los últimos minutos. Otra pérdida de Kike, lejos de su mejor forma, propició el tercer gol local y rompió un partido que se volvió loco, un correcalles digno del camarote de los hermanos Marx.
Lo peor, pese a todo, estaba por llegar. En un intento desesperado de igualar la contienda, los Reds emplearon la táctica del portero-jugador, pero lo hicieron de forma tan lamentable que todos los beneficios fueron para el Guingangolo. Posiblemente haya sido el peor portero-jugador de la historia. Y si no lo es, sólo el propio Amapola lo habrá podido hacer peor en alguna otra ocasión. Tan malo que los amarillos se aprovecharon de dos regalos para batir la portería vacía desde su campo sin que los colorados crearan una sola oportunidad. Con escasos segundos por jugar, el tercer tanto rojillo, obra de Apurttu, queda en el terreno de lo anecdótico.

Urge mejorar, y tomarse las cosas un poco más en serio, si los Reds no quieren verse abocados a un triste transitar por la zona baja de la Liga de Honor alavesa. El próximo rival, el Atenea-Ikusnet B, ya se frota las manos con el regalo que el calendario le hace en forma de emparejamiento con este Amapola tan ramplón.
Lo mejor Las tortillas post-partido.
Lo peor La franja horaria comprendida entre las 15.00 (las 15.05 para algunos) y las 16.45 horas del sábado.